(Por Sebastián Saijo, alumno de 2º año) - Para ganar, hay que saber sufrir ante cualquier circunstancia. Las lesiones, los errores y los árbitros. Y este domingo lo hizo frente a Australia por 74 a 72 en un juego tan intenso y discutido en la segunda jornada del Grupo B del Mundial de Turquía en el Kadir Has Arena de Kayseri.
Con la victoria del sábado tan fresca como la baja de Andrés Nocioni a horas del comienzo del torneo, la segunda fecha nos desayunó con Fabricio Oberto ausente por una Gastroenteritis. Con ese panorama, Argentina comenzó su juego muchas dudas, algo que no había mostrado el día anterior. Entre Pablo Prigioni y Patrick Mills improvisaban un concurso de triples convertidos y errados pero la albiceleste estaba imprecisa en defensa. Chris Andersen y Luís Scola, compañeros en Houston Rockets en la última temporada, daban inicio a un duelo que se iba a extender en la noche de Turquía. Carlos Delfino no estaba encendido en el comienzo, Luís Cequeira y Román González se cargaban de faltas rápidamente que dejaban sin descanso a los titulares. El tiempo muerto no se hizo esperar desde el banco comandado por Sergio Santos Hernández que ya imaginaba un duro trabajo en lo restante. El primer cuarto se iba con una desventaja de cinco puntos.
Comenzaban otros minutos diez minutos, con intenciones de un lavado de cara por parte de los nuestros, pero todo seguía igual. Leo Gutiérrez generaba el murmullo de sus detractores como en los Juegos Olímpicos de Beijing, Delfino seguía en su nebulosa y el entrenador argentino hacia rotar el equipo con un solo objetivo, calmar los ánimos. Aleks Maric, el imponente pivote del Partizán Belgrado de Croacia, entraba y salía por decisión de su entrenador Brett Brown con dos faltas en un minuto. Pero los que no aparecían en el comienzo, asomaban a falta de cinco minutos para el final de la primera mitad. Delfino generaba doble y falta, Cequeira rescataba un rebote en ataque y lo convertía en puntos como de costumbre. Pero Australia era una máquina de genera triples, con ayuda de la defensa argentina, con Joe Ingles y el moreno Mills. Con dos minutos por jugar antes del descanso, dos bombas que se traducían en seis puntos, hacían levantar al banco argentino y ayudaban al pedido Hernández, apaciguar las aguas con un 33 a 39. El culpable era Leo Gutiérrez y los murmullos pasaban a ser gritos de guerra para el jugador de Peñarol de Mar del Plata.
El entretiempo era un aliciente, la selección argentina tenía que recuperar a jugadores claves en el esquema ofensivo. Los referentes de este plantel necesitaban contagiar a sus compañeros. Jasen se hizo cargo y mostraba toda su experiencia desde la línea de tres para romper la racha de 0-4 en cancha. Luis Scola era una pesadilla para Andersen y Matthews Nielsen, que acumulaban faltas y mal humor ante la imposibilidad de poder frenar el avance de los internos argentinos.
Los diez minutos finales iniciaban con el marcador 59 a 55 para Australia y Federico Kammerichs desperdiciaba la oportunidad de acercarse con dos libres errados. Pero Leo seguía enfurecido con dos triples y un bloqueo. Con Nielsen y dos libres fallidos, Maric con una pérdida clave, los australianos sentían la presión dentro y fuera de la cancha. Argentina se adelantaba por uno en el marcador con dos minutos por jugar y perdía al mejor de sus guerreros del día, Leo salía por cinco faltas. La lucha seguía y un obstáculo eran los árbitros, en especial el español Juan Carlos Arteaga, que pitaban con facilidad ante cualquier roce entre ambos equipos. Se tornaba de ida y vuelta, Scola lastimaba debajo del tablero y Mills respondía desde los 6, 25m. Prigioni, el mejor base de la última temporada de la liga ACB de España, siempre mantuvo una línea de regularidad en la sumatoria de los dos partidos disputados hasta el momento.
Ante los alemanes había sido un show de asistencias y hoy lo reemplazaba con el tiro a distancia. Imitando al inolvidable Marcelo Milanesio, ahora como ayudante técnico de la selección, clavaba los tres puntos que le quitaban al “Oveja” sus dedos índices de la cabeza como él pedía. Podría haber terminado en tragedia ante un error en la salida a tres segundos del final y un tiro de Ingles que pegaba en el aro y salía. Ahora sí, Argentina podía respirar. Ganaba ante un rival difícil y que por momentos, lo puso contra las cuerdas. Pero este grupo sabe sufrir para después ganar.
Foto: AP
lunes, 30 de agosto de 2010
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