(Por Camila Cuneo y Rocío Barrera) - El bahiense es el encargado de dirigir a la selección en un nuevo campeonato que representará, a nivel personal, una doble responsabilidad: la obtención del título Mundial y saber sobrellevar la ausencia de su máxima figura, Emanuel Ginóbili.
Sergio Santos Hernández nació el 11 de septiembre de 1963 en Bahía Blanca, Argentina. Conocido bajo el seudónimo de “Oveja”, es desde 2005 el entrenador de la Selección Argentina. Bajo su dirección el combinado nacional obtuvo el cuarto lugar en el Mundial de Básquet 2006 disputado en Japón y en los Juegos Panamericanos de 2007, el subcampeonato en el Campeonato Fiba Américas y la medalla de bronce en los juegos olímpicos de Beijing 2008.
Sus comienzos fueron en el Sport Club de Cañada de Gómez. Sin embargo sus primeros títulos durante la temporada 1999-2000 y 2000-01 tuvieron lugar durante su estadía al frente de Estudiantes de Olavarría. A su vez se alzó con dos campeonatos internacionales en ese mismo club: el Panamericano 2000 y la Liga Sudamericana 2001
Dos años más tarde decidió continuar su carrera en Boca Juniors, en el cual obtuvo la Liga Nacional 2003-04 en conjunto con el Campeonato Sudamericano de Clubes Campeones de 2004, la Copa Argentina de 2003 y 2004 y el Top 4 de 2004.
Al año siguiente fue convocado para dirigir el seleccionado nacional de básquetbol en el que se mantiene hasta la actualidad. A partir del 2007 se convirtió en el primer técnico argentino en ganar todos los campeonatos nacionales como así también los internacionales posibles. Además tiene la posibilidad de ejercer su cargo no sólo en la selección sino también a nivel clubes y es así que fue contratado por Peñarol de Mar del Plata, dónde se consagró campeón en la Liga de las Américas temporada 2007-08 y en el “Torneo Super 8” en el 2009.
Entre las menciones especiales recibidas fue destacado como el “Entrenador del año” en la Liga nacional en tres oportunidades (1992/93, 2000/01 y 2001/02) y Entrenador con mayor cantidad de victorias en la Liga Nacional registrando 390 triunfos en 558 partidos disputados.
Como detalle de color cabe destacar que su apodo lo recibe ya que, alrededor de veinte años atrás, con el objetivo de aprender y ver a la selección nacional emprendió rumbo a la Capital Federal y visitó el club Ciudad de Buenos Aires. Una vez allí logró llegar al costado de la línea final de la cancha donde se encontraban “los monstruos del básquetbol” entrenando. En ese momento, Alberto Finger, aquel que por entonces preparaba el primer equipo, se dirigió hacia él como “oveja”, confundiéndolo con su histórico utilero, Mario Coronel, quién ya acarreaba con ese mote y se encontraba cerca del lugar de situación. Desde ese momento y hasta estos días, Hernández se adjudica el sobrenombre bajo una anécdota más que emotiva y por muchos desconocida.
martes, 24 de agosto de 2010
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